Lazarillo de Tormes

Anónimo
Como todos los clásicos, el Lazarillo ha merecido y merece incontables lecturas e interpretaciones. No solo que —inciadora del género de la picaresca— la obra abordaba realidades silenciadas y se iba en contra de las figuras y los discursos del poder; sino que se servía del humor y la sátira para lograr una mayor difusión en la sociedad que radiografiaba. Su estructura peculiar, sui géneris, y su resignificación de numerosos materiales lingüísticos y culturales previos se corresponde con un momento de transición en el decadente imperio español… pero también se hace eco de la compleja experiencia de la vida humana: el protagonista es Lázaro, quien da cuenta de «un caso» frente a alguna autoridad —¿Kafka inventando a sus precursores?—, desde la distancia del tiempo, y nos presenta al personaje Lazarillo, una versión de sí mismo que fue perdiendo la inocencia y convirtiéndose en lo que es. En el Lazarillo de Tormes se incuba el germen de la novela moderna.