La Tía Tula, de Miguel de Unamuno
Miguel de Unamuno pone en acción a través de sus personajes el problema de la agonía por la cual debe transitar todo aquel que busque la inmortalidad. La pregunta central de esta obra puede expresarse en los siguientes términos: ¿el sacrificio que agobia a Gertrudis es una acción de fe? La respuesta que estructura el filósofo español supone su concepción de inmortalidad. Cuando Tula se encuentra cuestionada por su «yo íntimo», en la soledad de su cuarto, exterioriza su lucha interior, su lucha entre razón y pasión: «su cabeza reñía con su corazón». Tula se reconoce pecadora. El autor transmite, a través de Gertrudis, todo su pensamiento entre el ser y el no ser, una angustia transcendente que muestra las contradicciones entre los valores afectivos y la razón.
Estas historias pueden partir de referentes muy coyunturales, como la reciente pandemia o los intercambios en redes sociales, para franquearnos el ingreso a las tribulaciones, deseos y miedos más profundos de los personajes. Aunque varios de ellos dejen su existencia en las líneas de los cuentos, tenemos finalmente la sensación de que su destino estaba sellado desde el inicio, y nos llega una suerte de calma porque finalmente todo —hasta lo imposible— adquiere sentido.